Hoy conoceremos un poco mas
sobre este juego llamado
Lineage
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EN LA HOGUERA
Soltó un fuerte suspiro, inhalo el humo y lo dejó salir lentamente. La
mayor parte de su cara estaba escondida bajo una gruesa y vieja capucha, detrás
de él solo había una profunda oscuridad. Con el débil resplandor de su pipa era
imposible ver su silueta.
Se presentó como un bardo (Todavía nadie le creía, ya que su profunda
voz era bromista) y sospechábamos que viajaba a través del peligroso bosque
solo.
Sin embargo, se ofreció a contarnos una historia si compartíamos
nuestra comida y el calor del fuego. Accedimos, solo porque no podíamos dejar
al viajero en el frío bosque. Nos pusimos cómodos alrededor del fuego,
manteniendo nuestras armas preparadas en caso de peligro y esperamos a que
empezara su historia. La noche era muy fría y su baja y profunda voz se oía
tranquila en las montañas, manteniendo su pipa cerca comenzó con la
historia.
CAPITULO I – EL GENESIS –
La historia que voy a contar trata sobre aquellos que llamamos dioses.
Escuchad atentamente porque esta es la verdadera historia…
Hace mucho, un tiempo atrás que no imagináis, solo había un globo en
el que toda la creación estaba mezclada. No había nadie con quien compartirlo,
el globo era grande y pequeño, oscuro y luminoso, todo y nada.
Durante cientos de años el globo empezó a crecer y finalmente dos
poderes empezaron a formarlo. Tal como crecían, los poderes desarrollaron
conocimiento y ego y los separaron en Blanca Luz y Oscuridad. La Blanca Luz
estaba formada por lo femenino y se llamó así misma Einhasad. La Oscuridad estaba
formada por lo masculino y se nombró Gran Kain. Estos dos entes marcaron el
principio del universo y todo lo que conocemos hoy.
Einhasad y Gran Kain unieron sus fuerzas para salir del globo.
En este punto el globo se hizo añicos. Algunos trozos crecieron para
llegar a ser Cielo, algunos disminuyeron para ser Tierra. Entre el Cielo y la
Tierra había Agua y algunas partes de Tierra formaron Islas.
El espíritu del globo se llamó Ether, por supuesto también hecho
añicos con la rotura del globo. Esto trajo la variedad de animales y plantas
entre los seres. Las “Criaturas del Génesis” fueron formadas a partir de este
espíritu, los gigantes eran la mejor raza. Eran conocidos como los sabios, ya
que su inteligencia era tan espectacular como sus fuertes cuerpos. Los gigantes
prometieron mantener la confianza en Einhasad y Gran Kain ya que fueron las
acciones de los dos dioses las que crearon su vida y su mundo. Einhasad y Gran
Kain estaban satisfechos con los gigantes y los nombraron ser los amos de todas
las criaturas. Esto fue antes de la muerte y de que el verdadero paraíso
existiera.
Einhasad y Gran Kain dieron vida a muchos ahijados entre ellos. Los
primeros cinco gozaron de la autoridad de la tierra. A la ahijada mayor,
Shilen, se le encargó el Agua. Al ahijado mayor, Paagrio, el control del fuego
y a la segunda ahijada, Maphr, el control de las Islas. El segundo ahijado,
Sayha, se convirtió en sabio del Viento. Para la más joven, Eva, no quedaban elementos,
por eso ella creó los Poemas y la Música. Mientras los otros dioses estaban
ocupados con sus responsabilidades, Eva, escribía Poemas y serenaba a sus
hermanos con la Música. Y así empezó la Era de los Dioses no existiendo ningún
lugar en la tierra desconocido para ellos.
CAPITULO II - CREACION DE RAZAS -
Einhasad era la Diosa de la Creación y creó formas usando su propio
espíritu. Sus hijos usaron su propia energía para crear vida a partir de estas
formas.
Shilen infundió el espíritu del Agua en la primera forma. Así fue como
se creó la raza de los Elfos.
Paagrio infundió el espíritu del Fuego en la segunda forma. Así fue
como se creó la raza de los Orcos.
Maphr infundió el espíritu de la Tierra en la tercera forma. Así fue
como se creó la raza de los Enanos.
Sayha infundió el espíritu del viento dentro de la cuarta forma. Así
fue como la raza de las Arteia fue creada.
Gran Kain era el Dios de la Destrucción. Cuando vio el trabajo de
Einhasad, se puso curiosamente celoso. Imitó a Einhasad y creó una forma de su
propia imagen. Entonces fue a ver a Shilen, la mayor de sus hijas y le pidió
infundir su espíritu en la forma. Shilen se sorprendió mucho y le contestó,
“Padre, ¿por qué quieres hacer semejante cosa?, Einhasad, mi madre, es
responsable de la creación, por favor no codicies aquel trabajo que no es tuyo,
una criatura que recibe la vida del Dios de la Destrucción solo ocasionará
desastre”
Pero Gran Kain no se dio por vencido, tras mucho engatusar y persuadir,
pudo conseguir finalmente el consentimiento de Shilen.
“Lo haré pues, pero ya he entregado el espíritu del Agua a madre. Por
lo tanto lo único que puedo darte son las sobras”
Shilen entregó el estancado y corrupto espíritu del Agua a Gran Kain.
Gran Kain lo aceptó gustosamente.
A pesar de todo, Gran Kain sentía que no era suficiente el darle solo
un espíritu a su criatura. Por lo que fue a ver a Paagrio, su hijo mayor, como
Shilen, Paagrio también advirtió a Gran Kain. Pero no pudo negarse a su padre.
Por lo tanto entregó el moribundo espíritu del Fuego a Gran Kain. Este lo
aceptó con mucho gusto.
Maphr también advirtió y suplicó a su padre con lágrimas en sus ojos
pero terminó entregando el árido y contaminado espíritu de la Tierra a su
padre.
Sayha, en su turno, dio a su padre el salvaje y violento espíritu del
Viento.
Satisfecho, Gran Kain tomó todo aquello que consiguió y gritó “¡Mirad
la vida de las criaturas que estoy haciendo! Mirad lo que ha nacido con el
espíritu del Agua, el espíritu del Fuego, el espíritu de la Tierra y el
espíritu del Viento. ¡Serán más fuertes y sabios que los Gigantes! ¡Dominarán
el mundo! ”
Gran Kain gritó con gran orgullo a todo el mundo e infundió el
espíritu dentro de la criatura de su propia imagen. A pesar de todo, el
resultado fue terrible. Sus criaturas eran débiles, estúpidas, maliciosas y
cobardes. Los otros dioses despreciaron las criaturas de Gran Kain. Para
superar la vergüenza de su fallo, Gran Kain abandonó a sus criaturas y se
escondió por un tiempo. Estas criaturas se llamaron Humanos.
La raza de los Elfos era sabia y hábil para realizar la magia. Pero
eran menos sabios que los Gigantes. Por lo tanto, los Gigantes permitieron que
los Elfos les sirvieran en actividades políticas y en temas mágicos.
La raza de los Orcos era fuerte. Poseían una resistencia inagotable y
una gran fuerza de voluntad. A pesar de todo, eran menos fuertes que los
Gigantes. Por lo tanto, los Gigantes permitieron que los Orcos les sirvieran en
la Guerra.
La raza de los Enanos era diestra. Eran buenos ingenieros, hábiles
matemáticos y sobresalientes artesanos. Los Gigantes permitieron que les
sirvieran en trabajos de banca y de fabricación.
La alada raza de las Arteias era amante de la libertad y poseían una
eterna curiosidad. Los Gigantes querían capturar y subyugar a las criaturas de
vuelo libre, pero en cuanto una Arteia fue encerrada en una jaula, ésta perdió
rápidamente su fuerza y murió. Los Gigantes fueron abandonados, pero
permitieron a las Arteias volar libres. Así que las Arteias visitaban la ciudad
de los Gigantes para traerles noticias de otras partes del mundo.
Los Humanos no podían hacer nada bien y así se hicieron esclavos de
los Gigantes, haciendo todo tipo de trabajos. La Vida de los Humanos no era
mucho mejor que la de los animales.
CAPITULO III – LA GUERRA DE LOS DIOSES –
El gran Kain era un dios libre y desinhibido, pero cometió un gran
error seduciendo a Shilen, su hija mayor. Llevaron su affaire, evitando las
miradas de Einhasad, hasta que Shilen quedó embarazada. Cuando Einhasad lo
descubrió, se enfureció. Despojando a su hija de su condición de diosa del
agua, Einhasad ordenó a Shilen que abandonara el continente. El Gran Kain le
dio la espalda y Shilen fue abandonada a su suerte.
Estando embarazada, Shilen huyó al este. Y en medio de un profundo y
oscuro bosque ella dio a luz, maldiciendo a Einhasad y al Gran Kain con cada
dolor del parto.
Los bebés nacidos de los horribles dolores de Shilen y debido a la
desesperación y la cólera de sus maldiciones se convirtieron en demonios. Entre
ellos, los más fuertes fueron los llamados “dragones”.
Había un total de seis dragones, creados con maldiciones contra los
seis dioses. Shilen se lleno de cólera hacia Einhasad que la expulsó, y hacia
el Gran Kain que la sedujo y después abandonó. Apoyándose en la fuerza de sus
niños, ella creó un ejército para castigar a los dioses.
A los dragones más fuertes se les ordenó estar al frente del ejército
de demonios para luchar contra los dioses. Al oír esto, Aulakiria, el dragón de
la luz, mirando con ojos tristes a Shilen dijo:
“Madre, no sabe lo que está haciendo. ¿Usted realmente desea la
destrucción eterna de los dioses? ¿Realmente quiere que su padre, su madre y
sus hermanos caigan a tierra en charcos de su propia sangre?”.Sus súplicas no
cambiaron los pensamientos de Shilen.
Al final los demonios invadieron el palacio donde vivían los dioses y
comenzó una feroz batalla. Los seis dragones destruyeron por completo el
palacio de los dioses. Incluso los dioses se sintieron intimidados por la
increíble energía de los dragones. La batalla parecía destinada a durar para
siempre. Y si la guerra no paraba, el mundo dejaría de existir y todas las
cosas vivas serían aniquiladas.
Numerosos mensajeros de los dioses y demonios fueron destruidos o
desaparecieron. Cada día había rayos y truenos pues las increíbles fuerzas
chocaban violentamente en el cielo. Los gigantes y las otras criaturas vivas de
la tierra temblaron mientras observaban la terrible lucha en el cielo.
La feroz batalla continuó durante varios años, y eventualmente el equilibrio
se fue inclinando gradualmente hacia un lado. A pesar de sufrir muchas
lesiones, Einhasad y el Gran Kain, tenían poderes más grandes y destruyeron a
muchos demonios. Los dragones aguantaron la lucha, aunque tenían profundas
heridas y estaban acribillados de cicatrices. Su fatiga llegó a ser más y más
evidente. Después de un tiempo, pareció que la guerra acabaría con la
exterminación del ejército de Shilen. Al final los dragones abrieron sus alas y
volaron a la tierra para escapar. Los demonios supervivientes les siguieron. Y
aunque los dioses deseaban destruir a aquel ejercito que se retiraba, debido a
sus lesiones todo lo que podían hacer era mirar como dragones y demonios
partían.
Shilen no podía soportar su tristeza mientras sus niños fallecían uno
a uno y perdían la guerra. Por eso inventó el Inframundo y gobernó sobre él.

CAPITULO IV – LA GRAN INUNDACION –
Después de que Shilen se hubiera ido, Eva heredó la autoridad para
gobernar sobre las aguas. Pero Eva era de naturaleza tímida y después de
presenciar el terrible fallecimiento de su hermana mayor y la guerra entre los
dioses, ella se volvió aún más temerosa. Para evitar la pesada responsabilidad
que le correspondía, cavó un túnel en el fondo de un lago y se ocultó.
Sin una diosa que gobernara sobre ellos, los espíritus del agua se
encontraron sin propósito y comenzaron a vagar sin rumbo. Un montón de agua se
dirigió hacia un mismo lugar y formo un pantano. El agua no fluyó entonces en
otro lugar y allí se formó un desierto. A menudo, partes del continente se
hundían inesperadamente en el océano o una isla nueva aparecía repentinamente
en medio de ninguna parte. En algunos lugares, llovió día y noche hasta que
todo excepto las cimas de las montañas más altas se encontró sumergido.
Allí donde seguía habiendo cualquier pedazo de tierra sobre el agua,
todas las criaturas vivas se reunían para preservar su vida y la tierra cayó en
el pandemonium. Tanto en el continente como en el océano, todas las criaturas
sufrían. En nombre de todas las criaturas vivas, los gigantes solicitaron ayuda
a los dioses.
Einhasad y el Gran Kain buscaron por todas partes en el continente y
finalmente encontraron el lago en el cual se ocultaba Eva.
“Eva, mira qué sucedió porque evitaste tu responsabilidad. Estás
destruyendo la armonía de este continente que creamos con todos nuestros
esfuerzos. No toleraré que continúes desobedeciéndome.” Einhasad estaba tan
enfurecida que sus ojos ardían brillantes como rugientes llamas.
Debido a las inundaciones, incontables gigantes y criaturas vivas
partieron al mundo de Shilen. Esto hizo que Einhasad envidiara a Shilen.
Temblando con miedo, Eva terminó de rendirse a su madre. Cuando Eva asumió su
autoridad para controlar las aguas, los desastres cesaron gradualmente. Sin
embargo, era imposible restaurar el continente que yacía en ruinas.
CAPITULO V – EL DESAFÍO DE LOS GIGANTES –
Los gigantes comenzaron a abrigar escepticismo en sus corazones. Gran
Kain ya había probado su propia estupidez creando una humilde criatura viviente
llamada humano. Además, debido a la lasciva conducta de Gran Kain y a los celos
de Einhasad, El Inframundo fue creado y varios demonios fueron creados. Debido
a la debilidad e incompetencia de Eva el continente fue gravemente deformado.
Las semillas de la duda comenzaron a brotar en las mentes de los gigantes.
¿Merecían estos dioses su adoración?
Los gigantes podían montar en carros hechos con sus propias manos y
entrar y salir libremente del palacio de los dioses. Ellos podían usar la magia
para elevar una isla por los aires y vivir en los cielos como dioses. Ellos
podían prolongar sus vidas hasta parecer que vivían eternamente. Los gigantes
comenzaron a pensar que su poder era equiparable al de los dioses. A pesar de
su sabiduría, se hicieron demasiado arrogantes.
Y así los gigantes comenzaron su intención de convertirse en
dioses.
Comenzaron a experimentar modificando organismos vivos para crear
nuevas formas de vida. Los Gigantes llamaron a la magia que hacia posibles
tales milagros “ciencia”. Ebrios de poder, los gigantes organizaron una fuerte
armada para combatir contra los dioses a pesar del error de Shilen, los seis
dragones, y numerosos demonios que emprendieron esa misma tarea.
Los dioses observaron las preparaciones de los gigantes y
encolerizaron. Einhasad, que había clamado el único derecho de poder crear
vida, estaba ciega de ira. Juro destruir a todos los gigantes junto con el
continente y el mundo entero. Gran Kain le suplicó para que mantuviera la
calma.
“Al igual que eres la Madre de la Creación” le replicó, “la
destrucción es mi responsabilidad. Sabes muy bien que tuve que resignarme
cuando envidiaba tu cometido. Yo castigare a los gigantes por su conducta
arrogante. Si después continuas deseando destruir el mundo, luchare contigo con
todo mi poder.” Gran Kain no iba a permitir la destrucción del continente, no importaba
como, y Einhasad estaba muy ofendida por la intervención de Gran Kain. Aun así,
como ambos eran de un estatus similar, ella no podía detenerlo.
Finalmente Einhasad entro en razón. Para castigas a los gigantes,
decidió tomar prestado el martillo de Gran Kain – conocido como el Martillo de
la Desesperanza. Debido a su inmenso poder destructivo, ni siquiera Gran Kain
había usado jamás esa arma. Aun llena de furia, Einhasad levanto el martillo
alto sobre su cabeza y lo arrojó hacia el centro de la ciudad de los gigantes.
CAPITULO VI – EL FIN DE LAS EDADES –
Solamente cuando llamas rojas comenzaron a caer desde los cielos los
gigantes se dieron cuenta del tremendo error que habían cometido. Combinando
todas sus fuerzas intentaron frustrar el furioso lanzamiento de Einhasad y el
Martillo de la Desesperanza. Pero incluso con el poder de los gigantes, no
pudieron más que desviar ligeramente el trayecto del martillo, que seguía
segando las ciudades mientras descendía al mundo.
Fue suficiente para destruir a la mayor ciudad del mundo; incontables
gigantes y otras razas fueron instantáneamente diezmadas. Un gran agujero fue
creado en la tierra e inmensas olas cubrieron la superficie. Finalmente, casi
todos los gigantes habían perecido.
Aquellos gigantes que consiguieron sobrevivir huyeron al este para
evitar la ira de Einhasad. Su camino era similar al que había tomado Shilen en
su lucha. Einhasad continúo cazándolos uno por uno y quemándolos hasta la
muerte con relámpagos. Los restantes gigantes fugitivos temblaban de temor y
rezaron a Gran Kain.
“Gran Kain, Gran Kain! Nos hemos dado cuenta de que nuestro camino era
erróneo. Solo tú puedes detener la furia y la locura de Einhasad. ¡No nos dejes
perecer, nosotros que hemos sido nacidos del mismo lugar que tu mismo, nosotros
que somos las criaturas mas sabias y poderosas en la tierra!”.
De repente Gran Kain sintió que le embargaba un sentimiento de piedad
por esas pobres criaturas y reflexiono que los gigantes ya habían sufrido
suficiente por su trasgresión. Alzando las más profundas aguas de los mares del
sur bloqueó el paso de Einhasad.
Einhasad gritó de furia, “¡¿Qué es esto?! ¡¿Quién se atreve a
interferir en mi camino?! ¡Eva, mi querida hermana, quita el agua que bloquea
mi paso ahora mismo o prepárate para meterte en los pasos de tu hermana
mayor!”
Eva temía a Einhasad e inmediatamente devolvió las aguas al océano.
Einhasad continuo persiguiendo a los gigantes, matándolos uno a uno. Estos
lloraron a Gran Kain de nuevo.
“Gran Kain! ¡El más poderoso de los dioses! ¡Einhasad continua
acechándonos, determinada a exterminarnos! ¡Te rezamos, por favor ten piedad y
sálvanos!”
Gran Kain levanto la tierra en la que se encontraban los gigantes. El
gran risco impedía la persecución de Einhasad y ella gritó en alta voz.
“¡Maphr, mi querida hermana! ¡¿Quién se atreve a interferir conmigo?!
¡Baja la tierra en este instante, o prepárate para seguir el camino de tu
hermana!”
Temerosa por estas palabras, Maphr trato de reducir la tierra, pero
Gran Kain la detuvo.
“¿Einhasad, porque no lo dejas? Toda la tierra conoce de tu furia y
tiembla ante tu ira. Los sabios pero estúpidos gigantes sienten el mal que han
hecho hasta lo más profundo. ¡Míralo por ti misma! ¡La raza de orgullosas y
nobles criaturas – que una vez dominaron la tierra – esta escondiéndose en una
estrecha franja de tierra y temblando de miedo por intentar escapar de ti! Ya
no pueden desafiar a los dioses. Este lugar será la prisión de los gigantes
para toda la eternidad. Calma tu furia, tu venganza esta completada.”
Einhasad aun sentía ira, pero no podía actuar contra los deseos de
Gran Kain – la fuerza que poseía era igual a la suya. Ella decidió eso, como
había dicho Gran Kain, seria mejor dejar a los gigantes en esa tierra estrecha
y estéril para por siempre arrepentirse de sus pecados en lugar de matarlos a
todos. Acabó su caza y volvió a su casa.
Después de lo ocurrido, Einhasad rara vez interfería con los
acontecimientos de la tierra, puesto que había sido profundamente decepcionada
por los seres de la Tierra. Gran Kain también estuvo de acuerdo en no mostrarse
a si mismo en la Tierra. La edad de los dioses estaba llegando a su fin.
CAPITULO VII – EL RETORNO AL FUEGO DEL CAMPAMENTO
La extraña pausa en su historia.
Cautivados por el cuento, no nos habíamos movido mientras nos relataba
la historia de nuestro mundo. Su voz, aunque suave, penetraba profundo en
nuestras cabezas – como si fuera de naturaleza mágica. El mito del que nos
había hablado era completamente diferente del que nosotros conocíamos, aun así
nadie protestó. Nosotros, los más curtidos guerreros en todas las tierras,
estábamos cautivados por este extranjero, nerviosos, incluso temerosos de este
mero hombre. Cuando un búho cercano alzo el vuelo nos estremecimos con el
repentino batir de sus alas.
El extranjero soltó unas risas, levanto la humeante pipa hasta sus
labios, y continuó su historia.
“No desechéis mi historia automáticamente solo porque sea diferente da
aquella que conocéis de los dioses. No hay pruebas de que vuestros sacerdotes
estén más cercanos a la verdad que un poeta errante. La historia de los dioses
es la voluntad de los dioses, no de los humanos. Y así, ¿cómo pueden unos
simples sacerdotes conocen la verdad? Oíd de nuevo mientras continuo. Esta es
la historia de la tierra después de la desaparición de los dioses. Esta es
vuestra propia historia.”

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